Familia Semilla

Aprovechar la intercesión ofrecida con ruegos y súplicas; y con gran clamor y lágrimas de nuestro sumo sacerdote según el orden de Melquisedec, obedeciendo a la fe de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Recibir la exhortación a retener la confianza en Jesús El Hijo de Dios, como El gran sumo sacerdote de nuestra profesión, para alcanzar misericordia y hallar gracia para nuestro oportuno socorro.

Procurar obedecer a la palabra De Dios, que anuncia la buena nueva de salvación en Cristo, para todo aquel que cree.

Identificarnos como casa de Cristo reteniendo firme hasta el fin nuestra confianza del principio y el gloriarnos en la esperanza.

Ser exhortados a atender con más diligencia a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos.

Relacionarnos con Jesucristo, a través de su correcta identidad.

Reconocer en nuestro corazón, a nuestro hermoso Salvador como aquel hecho más sublime que los cielos.

Comprender que el anhelo de los santos es habitar en la presencia del Señor, descansando en Su poder, confiando en Su protección y alabándolo por siempre.

Recordar nuestra visión como iglesia: Volviendo a nuestro origen verso a verso, recuperando nuestra identidad como hijos de Dios, desarrollando una relación personal con Jesucristo a través de Su Palabra, Su Espíritu y Su iglesia.

Aprender a caminar como pueblo escogido reposando bajo la sombra y el abrigo del omnipotente (Sal.91:1)

Entender como Dios estimula, impulsa y mueve el corazón de Su pueblo para venir y hacer todas las cosas que El ha mandado. (Fil 2:12-13)

Practicar los principios espirituales, reservados para un pueblo que tiene como propósito resplandecer, reflejando la gloria de su Dios.

Maravillarnos al observar como Moisés, todo el bien de nuestro Dios, declarado por Él mismo en sus características, y ser inspirados a anhelar su gloria sobre nuestras vidas.

Ser guiados hacia Su Gloria, a través del arrepentimiento, agradecimiento y adoración, derivados de la gracia de Dios y Su presencia misericordiosa en nuestras vidas.

Ver este pasaje donde Moises intercede por el pueblo de Israel, como la imagen de Jesucristo, quien intercede delante del Padre por aquellos que habra de salvar. Rom 8:34

Disfrutar el servicio al Señor, reconociendo su llamado, su provisión y a aquel que nos santifica.

Aprender a encender nuestra oración con el fuego del Espíritu Santo, para ofrecerla a Dios como un delicioso perfume aromático.

Reunirnos con Dios en su tabernáculo, por medio de sus ofrendas, para disfrutar de conocerle y darle a conocer a través de su Palabra.

Tener muy presentes las frases: “Aprended de mi, que soy manso y humilde de corazón” (Mt.11:29b) y “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús” (Fil.2:5), mientras observamos el ministerio ejemplar del sumo sacerdote de nuestras vidas y así poder desarrollar correctamente el ministerio al que hemos sido llamados por Dios en Cristo Jesús.