En Altavoz

Felices los 4

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Sinopse

Si los debates son un síntoma de calidad en una democracia la nuestra debe ser de 10. Este lunes asistimos al décimo de la historia. Antes se llamaban debates, pero eran cosa de dos. Más que protagonistas, tenían antagonistas. González contra Aznar. Aquellas mesas kilométricas con el candidato tras ellas y una realización audiovisual a lo Nixon vs. Kennedy que hoy provocaría estupor a cualquier espectador con menos de 30 tacos. Rajoy y Zapatero tomaron el testigo. Y Mariano nunca defrauda. Entre bloque y bloque dejaba alguna anécdota, un lapsus que aligeraba la densidad del formato campovidalesco. Aún hoy me pregunto si en parte lo hacía de manera consciente, algo que lo encumbraría a mi lista de actuaciones favoritas, justo por detrás de un piscinazo en el área de Cristiano Ronaldo. La niña de Rajoy quería unos padres con trabajo, que «los chuches» fueran baratos, lo imprescindible en la vida, claro que sí. De eso hemos pasado al Casado que representa a la España que madruga, a un Rivera que solo ve españ