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Ya no más. Finalmente la desgracia superó al inflexible nudo en la garganta, y luego de clamar a gritos por su libertad, las sentimos recorrernos a sus anchas, mostrándole al mundo que aunque fuimos criados como temibles guerreros espartanos con el corazón forjado a sangre y fuego, como espadas vikingas temerarias templadas en las aguas del dolor y la dureza, esta vez… fuimos derrotados. Furiosas de tanto saberse contenidas, las lágrimas ahora surcan nuestras mejillas como Caronte el barquero del infierno, y por culpa de quién? de aquellas concebidas para arrancarnos la risa estentórea que hoy nos han traicionado arteramente, envolviéndonos en el manto del tormento y la congoja. (Extracto de: “Puse esta comedia en tele para que me haga reír y terminé llorando. Yo arranco el cable a la mierda.” Antón Chejov, 1898)