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La Biblia presenta el concepto de sacerdocio como un oficio de mediación entre Dios y el pueblo. Establecido en el antiguo testamento, el modelo apuntaba para una realidad superior la cual encuentra su plenitud en la persona y ministerio de Cristo: Jesús es el sumo sacerdote y rey de todo el Universo e inaugura así un sacerdocio universal para todos lo creyentes. La figura del sacerdote en el antiguo testamento ahora es ampliada y hoy todo verdadero discípulo es llamado a ser sacerdote siguiendo el modelo de Cristo, nuestro sumo sacerdote. (1 Pe 2:9).

La vida del discípulo debe representar al Dios de la misión y como resultado debe vivir una vida en misión. Este es el mayor privilegio del discípulo participar con Dios de la redención de la vida humana.

Líderes cristianos de diversos países definen al escenario actual del cristianismo como: crecimiento sin profundidad. Esa es una situación que desagrada a Dios, pues demuestran inmadurez (1 Corintios 3:1-3 y Hebreos 5:11-14). Madurez es el propósito de Dios para todos los discípulos que comprenden su misión de salir y hacer discípulos.

La gloria de Dios es ampliamente presentada en la biblia a través de actos naturales y sobrenaturales. Sin embargo, estos fenómenos no son sino formas de expresar lo que es la gloria de Dios en realidad. La gloria de Dios es su bondad. Él manifiesta esta bondad a través de la creación, apariciones y revelaciones. Es posible ver la gloria de Dios en la belleza y complejidad de las cosas creadas. Pero sobre todas las cosas, no existe una expresión más grande de la gloria de Dios a los hombres que aquella producida por los propios hijos de Dios a través de una vida dedicada a acciones de bondad como resultado de una profunda consciencia de identidad, vocación y propósito. Tenemos este tesoro en vaso de barro.

El perdón es la cara práctica del amor. El carácter divino de Dios revelado en nuestras relaciones. Es el patrón para nuestras relaciones personales revelado por Dios en la cruz de Cristo. No hay nada que el perdón sea incapaz de cubrir, alcanzar o restaurar. En la oración del padre nuestro Cristo nos enseña a pedir perdón por nuestras ofensas a Dios y nos enseña un nuevo modelo al completar la frase de la siguiente manera… “así como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido.” El llamado para el discípulo es seguir al Maestro en todo lo que Él es y enseña, por lo tanto, perdonar es una práctica de un verdadero discípulo. Objetivos:

La justicia del Reino de Dios es diferente de la justicia practicada por los hombres. El hombre practica la justicia reclamando lo que por derecho es suyo. En el reino de Dios, se practica la justicia repartiendo lo que por derecho es nuestro con aquellos que eventualmente no lo tenían. El cetro de Dios, el símbolo de Su autoridad en el reino es la “equidad”. El derecho compartido. Es fundamental comprender que la práctica de este concepto de justicia es la evidencia de que nuestro corazón fue inmerso en la gracia de Dios y en la justificación por la fe en Jesús. Por otra parte, lo opuesto de equidad, es la iniquidad (raíz del pecado), reside en los constantes intentos de hacer valer los derechos que consideramos nuestros. Es cuando nuestro “yo” sobresale, cuando podríamos haber buscado el beneficio de un tercero que cuenta con una fe menor a la nuestra o que se encuentre en condiciones más desfavorables que en la que nos encontramos nosotros.

Ser un discípulo radical (del latín radix = raíz) significa ser comprometido en todas las áreas de la vida y perseguir la voluntad de Dios, experimentarla y obedecerla. Es asumir un compromiso de conciencia con el Espíritu Santo para vivir la plenitud del llamado de Dios ¡ya! aquí y ahora. Por esta razón, ser inconformado es el desafío de un verdadero discípulo de Cristo

El Reino de Dios es el mensaje central de la vida, predicación y misión de Jesús. La mayoría de Sus parábolas inician con la expresión: ‘‘El Reino de los cielos es semejante a…’’ Solo en el evangelio de Mateo la expresión es utilizada 51 veces. Cristo fue el Rey del Universo encarnado y que vivió entre nosotros.

El camino de discipulado enseñado por Jesús siempre es vivido en comunidad. La familia espiritual es fundamental para que el proceso de discipulado sea eficaz. El cristiano que verdaderamente ama a Dios (Relación vertical) traduce eso radicalmente en sus relaciones personales (Relación horizontal). El Rey espera que creemos relaciones auténticas, según la nueva naturaleza divina que Él ofrece al verdadero discípulo.

Vida y estilo de vida son expresiones que obviamente van una con la otra, por lo tanto, no pueden ser separados uno del otro. Todos los cristianos creen haber recibido de Cristo una nueva vida. Por lo tanto ¿cuál es el estilo de vida correcto? Sí la vida es nueva el estilo de vida es necesariamente nuevo también. ¿Cuál es el estilo de vida que caracteriza a un discípulo de Cristo? Simplicidad según el diccionario es definido como la ausencia de artificios, extravagancias o excesos de orden material, social o psicológico.

Discipulado es lo que sucede con todos aquellos que entendieron y aceptaron la gracia de Dios en sus vidas. Es un proceso natural que sucede con los nacidos en Dios, así como es natural plantar un manzano que finalmente producirá manzanas. Buscamos aprender de Cristo contemplando sus enseñanzas y actitudes registrados en la palabra de Dios (la Biblia) y perpetuados a través de su familia aquí en la Tierra (la iglesia invisible de Cristo). Al conocer mejor quien Él es ``Juana 17:21´´. Nuestra identidad comienza a ser garantizada en Jesús e inicia a presentar evidencia de un ADN espiritual aquí en esta Tierra mediante el proceso de formación del carácter de Jesús en nuestras vidas, el Discipulado.

La semejanza a Cristo es de gran importancia en la Biblia. Dios nos revela ese objetivo en tres diferentes perspectivas (pasado, presente y futuro) y todas apuntan hacia una misma dirección, el propósito de Dios: fuimos predestinados (Romanos 8:29), estamos siendo moldeados (2 Corintios 3:18) y un día seremos como Él (1 Juan 3:2).

El objetivo de Dios al crear al hombre siempre fue que nosotros fuésemos Su Familia. En algún momento alguien pudo habernos enseñado que la naturaleza de nuestra relación con Dios es el servicio, que supuestamente seriamos Sus siervos. Quizás nos sintamos muy cómodos con esa supuesta condición, pues esta cultura capitalista nos ínsita a obtener algún beneficio de nuestras relaciones. Siendo así, ofrecemos servir en espera de un beneficio. Cuando ese servicio cesa, también podría cesar la relación. Sin embargo, Dios no es servido por manos de hombres; como si necesitara algo, porque Él mismo da a todos la vida, el aliento, y todas las cosas. Hechos 17:25 y además Ni aun mismo el Hijo del Hombre vino para ser servido, sino para servir, y dar su vida en rescate de muchos´´ Marcos 10:45 la palabra de Dios nos revela que no hay una relación de servicio, sino de amor extremadamente íntima entre un Padre y sus hijos, esto solo puede sucederen Cristo´´.

La gracia de Dios es el perdón que recibimos por lo que hemos hecho, hacemos y aun haremos equivocadamente. El perdón por el pecado pasado, presente y futuro a través del sacrificio excelente de Jesús en la cruz. El perdón por el pecado que somos y no por lo que hacemos. Entendemos que la comprensión mínima de la gracia de Dios es la semilla que nos llevará de ser seres humanos viviendo una experiencia espiritual a ser seres espirituales viviendo una experiencia humana. Nacemos de Dios y somos incluidos en Su familia cuando creemos fielmente en la gracia de Dios a través de la fe, aun cuando nuestra naturaleza pecaminosa busca constantemente ofrecer sacrificios a Dios en intercambio por la salvación o para recibir bendiciones para nuestra vida.

Somos la familia de Dios, la iglesia invisible de Cristo que da continuidad a lo que Él realizaba en este mundo cuando vivió entre nosotros. Entendemos que la principal forma de percibirnos como tal, es a través de una intimidad voluntaria y tridimensional.